En la zona de Pudahuel, cerca de la ruta 68, los vecinos hemos tenido que acostumbrarnos a vivir con humo y malos olores que invaden las casas. Durante las noches, la contaminación es más notoria y cuesta incluso mantener las ventanas abiertas. La ropa colgada afuera amanece impregnada de olor, y muchos niños han comenzado a tener problemas respiratorios.

Es desgastante no poder respirar aire limpio en tu propio hogar. La sensación es de impotencia porque, aunque reclamemos, todo sigue igual. La calidad de vida en el sector ha bajado enormemente y las familias sienten que nadie los escucha.