Hace poco, vi la carta de una niña de 11 años de Bajos de Mena (Puente Alto) que contenía una frase que me conmovió profundamente: 'parece que no sentir miedo es un lujo'. Esta frase describe fielmente la sensación que experimentamos en nuestro barrio ante el aumento de las balaceras, especialmente en aquellos pasajes que carecen de alumbrado público y vigilancia. Lo más preocupante es la normalización de esta situación: cuando se sale a dar un paseo, surge la incertidumbre de si se regresará sano y salvo con la familia. Los vecinos estamos cansados de que nuestros hijos jueguen con temor en las plazas, y de que las sirenas se hayan convertido en parte del paisaje cotidiano. Esa sencilla carta nos recordó que esta realidad no afecta únicamente a una escuela o a una zona pobre, sino a muchas familias que anhelan un poco de paz.